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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 11 de enero de 2021
Maratón Guadalupe-Reyes
Este año la intención de sobrevivirle fue más fuerte, ¿sí o no?
Yo sobreviví. Y si me estás leyendo es que tú también. Y por eso, nos abrazo.
Sí, como otros años, la báscula se indignó conmigo. Y eso que está acostumbrada a mí. Y más aún, este año no hubo ni cafecitos ni brindis ni opíparas comidas, todo lo tragado fue auto infligido. Y sí, como otros años, Navidad no me pareció graciosa y Año Nuevo lo pasé dormida. Pero me cae que fue lo único parecido a lo ya conocido.
El intercambio de regalos en la familia, la grande pues, fue extraño, como furtivo. Abrimos solos y luego nos mandamos fotos al grupo familiar de Whats, lo cual permitió inventar una sonrisa, en caso de necesitarla, o de plano, sacarle foto nada más al regalo. El intercambio con la otra familia, la petite famille pues, fue extraño también. Nos regalamos cosas que jamás habríamos comprado de haber ido al tianguis o a alguna tienda. Mercado Libre y Amazon fueron los ganones.
Los deseos de Año Nuevo se nos quedaron como atorrados, los del Año Pasado parecían fantasmas jocosos, riéndose del Hombre que hace planes… Nos deseamos buena salud, eso sí, porque lo primero es lo primero, y porque el año pasado estuvo lleno de sustos y de realidades frías.
Y hubo más personas que otras veces, siento yo, hablando de introspección, de agradecimiento.
Hasta yo y eso que nomás no se me da hacerlo. En Año Nuevo pues, las fechas fijas para reflexionar me eluden igual que yo a ellas.
Lo que sí pude constatar todo el año, sentir, apreciar, llorar y los verbos que se te ocurran fueron las presencias.
La familia, de pie, un paso al frente, diría uno de mis amigos, ¡presente!
Los doctores caray, esos se echaron mil pasos al frente, es más se pusieron entre nosotros y lo feo.
Mi amiga-terapeuta-cómplice no me soltó, nunca.
Y los amigos, lo re-cercanos y los no-tanto. Los que había olvidado y los que no me habían olvidado a mí. Los del diario, de cuándo-nos-vemos, y los de redes sociales, los de te-veo-cada-cinco-años y los de cada-fin-de-semana.
Los que entendían cuando yo grité mis miedos, los que sonreían con mis desvaríos, los que aceptaron ciertos silencios.
Los de ya-no-hablamos-como-antes pero no importa, aquí estamos.
Los que ya me saben y los que me vuelven a descubrir.
Pero por encima de todo, la presencia de los amigos-familia-doctores que yo, yo, yo, quiero.
Obvio, primero yo. Yo. Yo.
Porque sentí tantas veces una mano que me cuidada y que me hacía piojito, sí, piojito. Una mano que me daba agua o café. Una mano que tecleaba palabras de aliento, de guasa, de tragedia griega. Una mano, todas diferentes pero todas la misma, una mano que me señalaba el camino y que me ayudaba a sostener las toallas que tenía yo tantas ganas de tirar.
Tons este primer texto-entrada de diario íntimo-artículo del año es una oda al amor, al cariño, a la amistad.
Sé que te reconociste.
Me falta nomás decir que hicimos paella esta semana. Valenciana.
En honor al hombre que hizo la última que probamos. De Quart de les Valls, municipio valenciano.
Al hombre que nunca me quedó claro si era español como su mujer, o mexicano, como sus hijos, sus nietos.
Al hombre de los perros feos pero queridos y de los toros supliciados.
Al hombre de una parte viejita de Coyoacán, de la casa extraña, del escusado blanco lleno de plantas en el jardín, de la paellera gigante puesta sobre fuego vivo.
Al hombre cuya mujer lleva un nombre más español que las tapas, cuya hija fuerte camina por la casa, cuyo hijo, callado, todo observa.
Al hombre que tantas veces oí brindar con nosotros, por él, por sus cuates, su mujer, por la vida y su chamba.
Juan Arturo no sobrevivió al maratón. La Covid se lo apropió, así, de repente, en lo último de los últimos días del año 2020.
Sobrevive el amor. Y el cariño. Y la amistad también, obvio.
Que no se deja de querer a los seres cuando se mueren. Vaya, si ni muerto uno, se deja de querer.
Va por ti, Juan Arturo, mi primer intento literario del año.
Arriba
Abajo
Al centro
Y pa’dentro.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Fotos de portada: Tatiana Higuera.
3 Comentarios
“Los doctores caray, esos se echaron mil pasos al frente, es más se pusieron entre nosotros y lo feo”. Por ellos y tu amigo!! Aunque se haya adelantado… deseo un año con templanza, posibilidades asumidas de seguir aprendiendo y muchas esperanzas en un mejor futuro para la humanidad. Gracias Gwenn por tus palabras. Las extrañaba.
Gracias Jatzibe
Mil.
El mejor brindis que he leído recientemente. Alzo mi copa y me sumo.