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ÚLTIMO PISO
Gwenn-Aëlle Folange Téry*
Lunes 5 de abril de 2021
Él es un chamaco de quince años, desgarbado, de nariz chata y ojos negros.
Ella, ella es una princesa, una dama, una promesa.
Él no sabe ni de qué va el asunto.
Ella, ella lo espera, inmóvil, serena, tranquila.
De pie frente a ella, él tiembla. Las manos le sudan.
Las entrañas se le revuelven y la garganta se le cierra.
Tenso, respira y traga, una vez.
La mira.
Sabe, sin haberla tocado nunca, sin siquiera acercarse, qué curva llenará su mano, qué rincón oscuro quiere explorar y qué resistencias quiere forzar.
Traga, otra vez, y se acerca. Frente a él, su mano, independiente, firme, se estira. La roza, la siente, la posee, así, usando sólo la punta de un dedo, el índice. Suave, muy suave…
Frente a él, ella, serena, inmóvil, tranquila, espera.
Quiere más. Es su primera vez y por más que le hayan platicado, por más que haya hojeado revistas y soñado despierto, sueños vibrantes que lo dejan sin aliento, esto…
Esto no es lo mismo.
Dudó al escoger su ropa. No está seguro de cómo deba uno vestir para la ocasión, no sabe siquiera si deba uno fijarse en eso.
No sabe, no sabe nada.
Pero no importa. No importa. Aquí están, él y ella, frente a frente. Y su mano se atreve, toca, acaricia, oprime, se estremece.
Pero sigue, explora, descubre. Tiembla porque se atreve. Y son dos, dos las manos, dos las pieles, dos, él y ella.
Y él, en un gesto impulsivo, la monta.
El olor lo sorprende, extraña mezcla de recuerdos de la infancia y de vivencias de adulto, piel y tierra, sudor y saliva. Tiembla, tiembla, tiembla. No sabe, busca el dónde, el cómo, el cuándo. Estira las piernas, las recoge, las cierra. ¡No sabe, no sabe! ¡Tiembla! Tiembla…
En el silencio, suena su voz. Habla, habla con ella, la acaricia con palabras, le susurra su miedo, su éxtasis, su ignorancia.
Ella, inmóvil espera. Él desespera.
Y entonces, el milagro sucede. No existen ya ni dudas, ni preguntas, ni temores. Están listos, cuerpos perfectamente amoldados, manos sobre la piel, él dueño de ella, ella…
Ella es quien lo posee, aunque él no lo sepa.
El chavo, el de quince años, el desgarbado de nariz chata, introduce la llave y la gira.
Ella, majestuosa, arranca.
* Gwenn-Aëlle Folange Téry es pintora y escritora.
Imagen de portada: Octavio López Galindo / Pixabay.
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