SOMOSMASS99
Agustín Galo Samario / SomosMass99
Ciudad de México / Viernes 14 de septiembre de 2018
“Créame que le estoy hablando en nombre de todas las madres de México. Estamos viviendo un dolor que no tiene nombre, y se lo voy a decir, señor: se muere la madre, soy huérfana. Se muere el marido, soy viuda. Se muere el hermano, no pasa nada. Se muere el hijo, ¿qué soy? No hay palabra. ¿Ustedes como autoridad qué palabra le pueden poner a ese dolor? ¿Qué palabra le puede poner a un hijo desaparecido? No hay palabra, no tiene nombre. No hay nombre, señor López Obrador. ¡Día y noche llorando y sufriendo hincada, de rodillas, pidiéndole a Dios que nos dé la oportunidad de saber qué hicieron con ellos y qué hicieron con mi hijo! !Mi hijo no les hacía absolutamente nada! Mi hijo venía de Puebla a Nuevo Laredo a trabajar, a cruzar a los Estados Unidos. ¿Dónde está mi hijo, señor López Obrador? (…) ¿Y qué pasó? Mire lo que hizo Peña Nieto. ¿Sabe lo que hizo Peña Nieto? A Peña Nieto le entregué la ficha de mi hijo y el muy desgraciado la tiró al bote de la basura en mi presencia, en mi presencia… Se la hubiera guardado en la bolsa y (luego) la hubiera tirado a la basura. ¡Pero el desgraciado presidente nos dejó hechos una ruina. Dejó al país convertido en un maldito cementerio! ¿Por dónde los buscamos? Señor López Obrador, ¡por favor! ¡¿Quiere que me hinque? ¿Quiere que me hinque para que me ayude a encontrar a mi hijo?!”.
– Testimonio de una madre.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador aseguró que cuando asuma la presidencia de la República pedirá perdón a las víctimas de la violencia en México y reiteró que cree en el perdón, no en el olvido. “Voy a comprometerme a que va a haber justicia en lo que humanamente esté de mi parte. No están solos, el gobierno no estará al servicio de una minoría rapaz o de cuello blanco”. Pero la respuesta de los familiares de las víctimas fue una sola: “Ni perdón, ni olvido! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
El mismo tono al que recurrieron la mayoría de los presentes cuando rechazaron guardar un minuto de silencio en memoria de las víctimas como lo había pedido minutos antes el poeta Javier Sicilia, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. “Así nos quieren callar, ellos no están muertos, no sabemos dónde están. Ese es el asunto, entiendan”, dijo una mujer, a la que se unió un hombre que gritó: “¡No vamos a guardar silencio!”.
No hubo tregua, durante las más de dos horas que duró el Segundo Diálogo por la Paz, la Verdad y la Justicia, celebrado en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, los familiares de las víctimas hicieron escuchar en todo momento sus exigencias de justicia, ni perdón ni olvido. Sergio Aguayo, académico del CIDE que fungió como moderador, se vio en problemas para hacer cumplir el orden del día. Tanto, que la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, no pudo dar su mensaje.
López Obrador tomó la palabra para insistir en lo que ha dicho en otras ocasiones: que la violencia en México se desató desde 1983 cuando se apostó al modelo económico neoliberal, que “no es más que neoporfirismo (…) para beneficio de un pequeño grupo a costa de la mayoría de la gente. Eso -añadió- fue lo que ha originado todo este dolor, toda esta violencia. Afortunadamente, la pasada elección la mayoría de los mexicanos decidió buscar un cambio verdadero, y eso es lo que nos tiene aquí. Vamos, entre todos, a sacar a nuestro querido México de esta profunda crisis, a que se termine con esta pesadilla, con este dolor”. Pero la respuesta de los asistentes fue con otra pregunta: “¿Y los desaparecidos?”.
Antes, Araceli Saucedo, madre de Fernanda Rubí Salcedo desaparecida en 2012 en Orizaba, Veracruz, denunció que “las autoridades han estado inmiscuidas en las desapariciones de muchas personas. En todos estos años hemos sido víctimas de las autoridades, hemos visto morir a compañeras que integran el Movimiento por nuestros Desaparecidos en México. No se ha instalado el Sistema Nacional de Búsqueda, no hay coordinación entre los responsables de buscar y de investigar, ni siquiera funcionan las fiscalías de los estados y no hay registros, indispensables para la reparación y la no repetición”.
Yolanda Morán, del mismo movimiento, añadió que es necesaria la adecuada implementación de la Ley General de Desaparición y que en ella participen las víctimas, que se asegure un presupuesto amplio y robusto para asegurar la búsqueda, los registros y el funcionamiento del sistema de búsqueda. Pero, le dijo a López Obrador, “es importante que cumpla su promesa de campaña de reunirse con nosotras. ¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos! ¡Ni perdón, ni olvido!”.
Guadalupe Aguilar, madre de José Luis Arana Aguilar, aseguró que el programa de testigos no funciona. Pidió entonces que se instale una mesa de diálogo entre familiares de víctimas, las personas que integren la Comisión de la Verdad y que se instale un mecanismo de ayuda internacional. “Porque, señor, Jalisco es una fosa, México es una fosa”.
De entre el público una mujer levantó la voz para asegurar que en México las instituciones son delincuenciales y que, con el arribo de López Obrador a la presidencia de la República, “en sus manos está acabar con esta guerra para que nunca vuelvan a desaparecer nuestros hijos y nadie más”.
La secundó Margarita López, mujer michoacana: “Hay miles de víctimas en todo el país, México es una fosa”. Con la foto de su hija Yajaira Baena López, desaparecida el 13 de abril de 2011, exigió a voz en cuello que se acabe con el tráfico de influencias y se castigue a los responsables, que haya justicia para todas las víctimas.
Un hombre de Arantepakua, Michoacán, denunció el ataque armado de policías por órdenes del gobernador Silvano Aureoles en el que murieron cuatro personas de su comunidad. Y uno más, de Guerrero, advirtió a López Obrador -a quien le entregó fotografías y otros documentos- de los “chapulines” que se están infiltrando en su partido, Morena, y que han llegado al Congreso de ese estado como legisladores, pese a que “son delincuentes”.
“Voy a pedir perdón a las víctimas”
El presidente electo aseguró a los familiares de víctimas que en cuanto tome posesión del cargo va a haber cambios profundos. “No voy a fallarle al pueblo, voy a cumplir todos mis compromisos, yo no tengo ningún compromiso con grupos de intereses creados, con ninguna mafia. Yo solamente me debo al apoyo que me dieron los ciudadanos y voy a estar siempre al servicio del pueblo”.
Prometió entonces que “va a haber justicia”, y para ello va a cambiar la política económica, se va a distribuir con justicia la riqueza de México. El presupuesto va a llegar a todos. Se atenderán las causas que originaron la violencia. Todos los jóvenes van a tener garantizado derecho al estudio y al trabajo, no van a ser rechazados. Los hijos de familias de escasos recursos vana a tener becas para terminar una carrera y tendrán empleo como aprendices para que no sean presa fácil de la delincuencia.
Va a haber recursos para atender a las víctimas de la violencia, porque nadie va a ganar más que el presidente de la República. Bajarán los sueldos de los de arriba, porque de esa manera se ahorrará para atender las demandas de justicia. Terminarán las pensiones millonarias de los ex presidentes, se van a vender los aviones y los helicópteros. La Secretaría de Gobernación va a estar exclusivamente para que haya justicia, y Alejandro Encinas, próximo subsecretario de Gobernación, tendrá bajo su responsabilidad encontrar a los desaparecidos.
“Desde luego que están haciendo las cosas por su cuenta, por sus convicciones. Pero una gran ayuda es que haya unidad, que se organicen. Hablando con toda franqueza, si nos vamos a tener que reunir con todo colectivo entonces no me voy a dar abasto. Yo quiero que ustedes ayuden en la organización, que haya unidad. Ya basta de la polarización, la división, del sectarismo, más cuando se trata de un asunto tan importante. Qué tienen que estar poniendo por delante intereses personales o de grupo, o celos o sentimientos. Tenemos que unirnos todos para que haya justicia.
Los organismos de defensa de derechos humanos de Naciones Unidas y otros países podrán entrar a México a ayudar, no se le va a cerrar la puerta. “No vamos nosotros a tapar ningún caso, no va a haber impunidad, y queremos que todo sea transparente (…) Que les quede muy claro, no voy a ser tapadera de nadie.
“Se muy bien lo que significa el amor de los padres a los hijos, es posiblemente el amor más sublime. Por eso entiendo mucho el dolor de ustedes. Yo sí perdono, en esto puedo diferir con algunos. Además ya saben que yo siempre digo lo que pienso, y les digo: olvido no, perdón sí. Ese es mi planteamiento. Respeto a los que dicen ‘ni perdón, ni olvido’. Los entiendo, los comprendo. Yo tengo otra convicción y podemos ponernos de acuerdo. En lo que corresponde a mi responsabilidad, y lo voy a hacer al momento que llegue a la presidencia: yo voy a pedir perdón, les voy a pedir perdón a todas las víctimas de la violencia. No sólo voy a pedir perdón, voy a comprometerme a que va a haber justicia en todo lo que humanamente esté de mi parte”.
Pero el grito de entre los asistentes nunca cesó: ¡Ni perdón, ni olvido!
Fotos de portada e interiores: Agustín Galo Samario / SomosMass99.
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