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CHISPITAS DE LENGUAJE

Enrique R. Soriano Valencia

Jueves 31 de mayo de 2018

Me enamoré de una gramática… ¡y aún no sé cómo presentar mi propuesta!

¡Ah!, perdón, falta precisar. Con ese nombre no solo se identifica a la «parte de la lingüística que estudia los elementos de una lengua, así como la forma en que estos se organizan y se combinan» (DEL); también se le llama así a la persona especialista en esta materia. Es decir, un varón sería gramático y una mujer, por supuesto, gramática.

Estoy lleno de indecisiones de cómo declararle mi amor. Si escribo: «Gramática, te amo» dirá que enuncio mis oraciones con anfibología: «Doble sentido, vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretación» (DLE). Bien puedo estar refiriéndome a que le profeso amor a ella como persona o adoro el estudio de idioma.

Esa coma después de la palabra ‘gramática’ es vocativa (es decir, que identifica a la persona a la que te diriges). Sin embargo, no solo se aplica a las personas físicas; también lo hace a entidades figurativas; como si en este caso, esta parte de la lingüística se personificara. Por cierto, no tiene sentido y es un error dejar de usarla, como me sucedía de forma regular en mensajes por teléfono. Mi amada gramática me reclamó varias veces por dejar de hacerlo. Gracias a ella, me expreso mejor.

Pero cuidado, no todas las comas son vocativas cuando están después de persona, animal, cosa o concepto (sustantivos). No es idéntica si añado: «A su hermana, no» –donde se entiende que a la hermana de mi gramática no la amo–. Aquí la coma aplica para el acortamiento de la oración (de forma extensa sería: «A la hermana no la amo») El sujeto –yo– y el verbo –amar– se dejaron de enunciar gracias a la coma; es decir, se trata de una oración unimembre, pues las bimembres tiene sujeto y predicado. Las oraciones unimembres siempre dependen de otra oración y el contexto para comprenderse.

Cierto también que podría usar el nombre de pila para evitar la anfibología. Pero, estoy interesado en que se establezca la razón de mi amor: su preparación, que me ayuda a ser mejor. Después de todo, eso es amor.

Por cierto, no es una grammarnazi, como ahora suelen llamar a quienes señalan los errores gramaticales. Los detecta de inmediato, pero es incapaz de hacer observaciones sin autorización de quien escribió. A las personas no les gusta que les señalen sus errores; menos aún si el observador tiene razón.

¡Ah!, como es un extranjerismo este vocablo (fusión de gramática en inglés –grammar– y los afiliados el partido Nacional Socialista) debe enunciarse en cursiva y no entre comillas. Estas solo aplican si el procesador de texto (como en las redes sociales) no tienen la alternativa (por cierto, el nombre correcto no es cursiva, sino itálica).

Francamente, mi gramática me ha hecho crecer mucho.

Definitivo, lo he pensado mejor: lo breve y directo –acorde al estilo moderno de economía del lenguaje– es lo mejor. Entonces, será mejor: «Gentrudis, te amo: eres la gramática de mis sueños».


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Foto de portada: Pixabay.

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